
Ayer me hiciste quedar como un idiota. No te llamé por teléfono porque no quise chocar de golpe con la cruda realidad ni rozar el ridículo de esperar que me contestases al teléfono. Sabes que estoy en Buenos Aires, y aquí, al otro lado del charco, a veces las noticias llegan con “delay”. Aún así te escribí un mensaje a tu móvil… ¡Como si fueses a responderme! Será verdad eso que cantaba Xoel López de que “los jóvenes mueren antes de tiempo”. Pero es que tú eres tan joven…
Estudiamos juntos en los jesuitas y en el conservatorio Mayeusis. Allí coincidimos con Gerardo Pérez. ¡Menuda clase! Gerardo era el estudioso, el aplicado, el que se las sabía todas. Tú el del talento. Yo peleaba mi cinco. Ahí nació nuestra amistad. Por aquel entonces me hablabas de tu grupo de metal; Kannon. Habíamos empezado el mismo año; 1997. Venías a verme al Teide tocar con mi guitarra española, y luego me hablabas de un mundo –para mí desconocido- de discográficas, agencias, managers, promotoras, y contratos. “Vinieron a vernos 4.000 personas a Salamanca, Samu”, me decías entusiasmado. Te quejabas de la industria, y de que ganabas el 7% de cada disco que vendíais, en la época en la que se vendían discos. Me enseñaste un camino y lejos de invitarme a recorrerlo, hiciste lo contrario, me advertiste. Eso hacen los buenos amigos, eso hace la gente noble. Me alertaste de los peligros y me mimabas, casi como si de un hermano pequeño se tratase. “Haces bien. Sigue así. No te vendas. Vales mucho. Tú puedes con todo tu sólo. ¿Qué clase de loco no bebe alcohol, no fuma y no se droga? Eres todo un personaje” – me decías.
Cuando se disolvió Kannon, por allá por el 2006, publiqué este artículo en mi blog:
http://samuellevi.blogspot.com.ar/2006/10/kannon-se-disuelve.html
Y te dediqué estas palabras:
“Kannon desaparece y con él uno de los grupos que más ha estado aportando desde mediados de la década de los noventa hasta hoy en nuestra ciudad. Aunque su estilo poco tiene que ver con el mío, siempre he apreciado su esfuerzo, su garra, sus canciones descarnadas, esa violencia que usaba Cody para referirse al amor y a su inevitable condición de creador. El joven que se encuentra a sí mismo sobre un escenario y que grita sus preocupaciones y sus tormentos. Se lo han pasado muy bien, han salvado los problemas juntos, han compartido más que con sus familias, han mantenido una vida muy distinta al de resto de gente de su edad, porque es difícil hacer lo que han hecho y no convertirse en unos auténticos imbéciles. Han conseguido salir airosos y dejarnos cuatro discos cargados de intensidad y de buena música. Me dijo Vicente, que para adelante, que con ánimo, que nadie se rinda ni se apene,…la música sigue sonando, está por todas partes”. – Octubre 2006
Antes de eso te había llevado a la radio, te había entrevistado para una revista en la que colaboraba y había grabado en tu casa una maqueta en cassette que por aquel entonces copiaba en cintas vírgenes y vendía entre mis amigos. Era mi “Capítulo 4” una colección de canciones adolescentes que aún guardo. Sobre ellas, me escribiste hace bien poco para decirme que para ti eran verdaderos himnos. No me la esperaba. Siempre he digerido con cierta dificultad las palabras de ánimo y de elogio. Acepto mucho mejor las críticas. Rara avis. Estabas entusiasmado recordándolas y me aconsejaste sobre producción. Tal y como te dije, mantengo mi promesa de que algún día publicaré un disco con mis canciones adolescentes. De verdad que sí, amigo. No olvidaré dedicártelo.
Nos vimos hace apenas unos meses cerca de tu casa en Travesía. Querías venir a verme en concierto. Habías escuchado mi último disco y no dejaste de tratarme bien, a pesar de que hacía tiempo que no nos veíamos. Me felicitaste y me propusiste que grabásemos un tema en tu casa. Querías vestirme con otros trajes.
“Quiero que hagamos “3 libras” de “A Perfect Circle”.
Perdonaste mi absoluto desconocimiento como hacías siempre. Nunca te vi faltón, agresivo, o crítico con los demás. Siempre motivador y siempre sumando.
Te la quedo a deber, Cody.
En ese último encuentro, me hablaste de tu compromiso político y de Teis. Para ti Teis era todo. Podía llegar casi hasta Castrelos. Tu barrio, tu música, y tu gente.
Fuiste uno de los primeros en ir a grabar un videoclip a los Estados Unidos. Recordamos juntos aquello. “No me gusta dormir más de dos días fuera de casa” – eso me dijiste. Eso y que no te gustaba volar, y tampoco la carretera. Te crecías jugando de local, aunque incidías en que siempre habían valorado más tu música lejos de la ciudad. “En el resto de España teníamos más éxito que en Vigo” – comentabas. Pasa siempre. Una lástima. Sólo nos reconocen cuando nos morimos. Jamás creí que se demostraría con tu ejemplo.
Dime que todo es una broma. Tengo un nudo en la garganta y una desesperación bárbara. Me duele horrores sentir que ya está, que la aventura terminó.
Este fue uno de los últimos mensajes que te envié, y me alegra que lo recibieses:
“No sabes cuánto me ha alegrado recibir tu mensaje. Tú me conoces de siempre. Estamos cosidos a un sueño parecido, a un arte semejante; hacer canciones. Te agradezco mucho tus palabras. Reconfortan ¡Gracias Cody! Saber que hay otra persona en un rincón del mundo llamado Vigo, que lo siente así, … me da una alegría enorme. ¡Te aprecio mucho!”
Te llevaré siempre en el recuerdo amigo.
Hasta siempre, Cody.
Más artículos que te pueden interesar