
Típico domingo casero en el que “fedellando” (tratar de hacer algo por entretenimiento, sin saber exactamente qué hacer, por pasar el rato) entre unas cosas y otras, terminas -no sabes muy bien cómo- actualizando tu CV y descubriendo un dato no menor; he dado más de 500 conciertos a lo largo de mi carrera. No tenía ni la menor idea. La compañía discográfica, la agencia, el representante, el manager… que nunca he tenido, habrían corrido a publicar la noticia y felicitarme públicamente mientras aprovechan para hacer publicidad sobre mi música, y he pensado que, sin tanto artificio, sin altanería ni bravuconería, debía compartir la noticia, porque verdaderamente me hace sentir orgulloso y feliz y porque no es algo que pase todos los días. ¡A saber si vuelvo a hacer algo parecido! ¡Nunca se sabe!
Uno no cuenta los conciertos como si de cromos se tratase. No es una competición por ver quién toca más o cuántos conciertos eres capaz de dar en una semana. Entre los compañeros sí nos comentamos cuando estamos “en racha” y nos salen muchas fechas y de pronto te ves haciendo “dobletes” y hasta “tripletes” en un mismo día, un “iroman” en toda regla, a prueba de cuerdas vocales, kilómetros de carretera, y concentración máxima. En la mayor parte de los casos te ves abocado a hacerlos no sólo porque sea algo que te gusta y te llena hacer, sino por la necesidad de aprovechar los momentos en los que más trabajo te sale, porque no olvidemos que esto es una profesión, y que por mucho que te fascine, has de llenar la nevera (o al menos decorarla un poco más allá del medio limón, el paquete de salchichas, y el cartón de leche ya empezado hace días), pagar la factura de la luz, y cambiar esos vaqueros rotos de las rebajas del 2010 que piden a gritos un descanso eterno o una reconversión como trapo de piso.
Dar conciertos es, para mí, un acto de conexión con los demás. El momento de entrar en un diálogo con el otro. Un momento para compartir. Las sinergias que se producen cuando tocas con otros músicos, la conversación no verbal que se crea con el que escucha, la forma de trasmitir algo tuyo, que es a la vez algo nuestro cuando otros se lo apropian, es una sensación realmente fascinante. Los miedos y las dudas que te envuelven, el exponerte ante los demás, a sus críticas, a sus comentarios, a su juicio, el enfrentar tus límites y tratar de superarlos… Cualquiera que se haya subido alguna vez a un escenario, que haya tenido que hablar ante un público expectante, etc. Sabe lo liberadora que resulta la sensación una vez terminas, y esas ganas que te entran de corregirte y mejorarte para la siguiente ocasión. Atrapa. O quizás no, quizás no sea algo agradable para ti y no quieras revivirlo nunca. Hay artistas que sufren de miedo escénico. Imagino por lo que deben pasar y me parece horroroso.
A mí me gusta mucho dar conciertos, siempre me gustó, desde que con 15 años empecé por mi cuenta y riesgo, sin tener muy claro de qué iba todo esto. Lo que más me gusta es cantar, eso siempre lo he sabido. De cerca le sigue el componer canciones. Tengo más de cien canciones y son como un tesoro para mí. Una fotografía musical de todo lo que he vivido, imaginado, pensado, y creído a lo largo de mi vida. Aciertan cuando dicen que uno está dentro de sus canciones y que una parte de sí mismo vive en ellas. Es algo que dejas a los tuyos o a quien quiera acercarse a ti. Supongo que como un cuadro, un texto, o una imagen. Después está el grabar discos, el tocar la guitarra, y otras muchas facetas musicales, que algunas me gustan y otras ni tanto.
Sé que vendrán más conciertos, y que seguiré en los bares, en los cafés, en las salas de conciertos, en los colegios, en los centros culturales, en campings, paradores, albergues, autobuses, algún que otro teatro, y allá dónde me inviten. Seguirá siendo difícil verme en un festival (explicar esto daría para otro artículo), ni en los grandes espacios controlados por las grandes corporaciones. Ahí posiblemente no, porque quienes los dirigen no son grandes músicos, sino expertos contadores de monedas.
Llegados a este punto, voy a compartir un archivo que guardo desde hace décadas, y que aunque con toda probabilidad contiene algunos errores es bastante fidedigno. Se trata de un histórico de los conciertos que he dado. Quizás a alguien le pueda ser de utilidad para localizar locales en los que poder dar conciertos, nunca está de más compartir la información con quien pueda necesitarla.
Vamos con el capítulo de anécdotas y curiosidades:
- Una vez tocamos para casi 5.000 personas en las fiestas de Barajas (Madrid). Algunas veces no ha venido nadie y también he tocado. Para la persona que me invitó, o para quien me acompañó a dar el concierto.
- Ha habido de todo; un concierto en Italia para 2.000 personas, y otro en Francia para los peregrinos del camino de Santiago; una época de residente en el Café UF, y otra anterior en el Bar Teide, cuando empezaba.
- He tocado con Luis Eduardo Aute, Pedro Guerra, Quique González, Revolver, Javier Álvarez… pero he disfrutado tanto o más con otros compañeros mucho menos conocidos y a los que valoro igual.
- He tenido la suerte de poder viajar con mi música a Hungría, Italia, Francia, Cuba, México, Chile, Argentina, Portugal…
- Una vez cobramos 2.000€ por un concierto (se repartió entre tantos compañeros que no recuerdo cuánto me quedó, pero sé que no me hizo ni el mes), y en una ocasión llegué a perder 80€, algo que me enojó mucho. Pagar por tocar es el colmo. Nunca, jamás lo permitan.
- Un día para nuestra historia, vendimos 285 entradas en la Sala Mondo de Vigo. Juntar esa gente en un local de la ciudad es algo muy inusual para grupos independientes locales. Tienes que tener muchos amigos o dejar a deber muchos favores.
- Mientras canto, me han pedido canciones de otros artistas, -demasiadas canciones de Sabina-, y sólo canté “Pongamos que hablo de Madrid” en un par de ocasiones.
- He dado un concierto exclusivo para polacos que debió encantarles a pesar de mi inglés, ya que todas las personas me compraron un disco; eran diez.
- He tocado para sesenta personas que estaban completamente desnudas en un camping en Murcia; la cosa no pasó a mayores.
- Me siguen preguntando ¿Y a qué más te dedicas? ¿En qué trabajas?
- A modo de consejo/recomendación, me han dicho que debería ir a Operación Triunfo. Este hecho me ha deprimido enormemente.
- Un bar, en el que no tenían ganas de pagarme, llegó a ofrecerme unas rayas de cocaína a cambio. Preferí el dinero. Soy un tipo sano.
- Una vez, tras un desencuentro con los dueños de un bar en Valladolid, se dio la bizarra situación de que terminamos cobrando nuestro salario en “Huesitos” (barra de chocolate y galleta que -aunque está buenísima- no sustituye el cobro de tu sueldo).
- Fui el 1er músico en tocar en el Palacio de Congresos y Auditorio Mar de Vigo, el 7 de abril de 2011, aunque algunos medios y algunas publicaciones omitan este detalle, agradezco que se diga la verdad y se reconozcan los hechos, por poco valiosos que puedan ser.
Lo dicho, ha habido para todos los gustos y colores. Tendría que pararme a hacer memoria, pero creo que este resumen está bastante completo. Supongo que siento que tocaba hacer parada y fonda, y sentarme a pensar y a valorar el camino recorrido. A veces es muy frustrante esta carrera y te invade el desencanto. Espero seguir ilusionado y con ánimo para subirme a los escenarios, con mayor o menor frecuencia. En los próximos días publicaré mi último concierto en Buenos Aires (por un tiempo), y mi único concierto en Vigo de este verano, además de las fechas de la gira de los próximos meses. Está de más decirlo, pero siempre sois bienvenidos/as en los conciertos.
¡¡Hasta la próxima!!
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